sábado, 31 de enero de 2009



Me dejaría acunar por la voz ronca del mar,
para ser de nuevo naufrago del alba
en cada uno de mis sueños
y despertar envuelta
en la arena de tu playa.

viernes, 30 de enero de 2009

naufragio



Peces a contracorriente ensayan la agonía
En este mar de bolsillo.
Persiguiendo a tu viento, se borró el trazo de mis alas
Y caí sin dolor al vacío que dejaron las mareas.
Tus dedos desertores de la caricia,
Aún me despedazan los sueños,
Se quedó en mi orilla el lastre de tu voz,
El barro de tus pasos,
Las astillas de tus naufragios.
Ahora que vivo de esta muerte regalada...
Déjame no ser.

jueves, 29 de enero de 2009

La Avellaneda


TESTAMENTO DE GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA

Al parecer el Ayuntamiento de Sevilla, el Gobierno de España, a petición de Cuba, va a permitir la exhumación y envío de los restos mortales a la Isla, de Gertrudis Gómez de Avellaneda que descansa, junto a su marido y hermano en el Cementerio de San Fernando de Sevilla.

Este acto, si se realiza, estará en contra de la última voluntad de la escritora ya que dejó escrito ante notario sus últimas voluntades. El ayuntamiento de Sevilla, si es cierta esa noticia, cometerá la profanación de su cadáver. Y los sevillanos, si lo permitimos, estaremos cometiendo también un delito de profanaciónCopio parte de su testamento en el que ella ordena que a su muerte la entierren en Sevilla y que traigan desde la Habana los restos de su marido para enterrarla con ella.La Avellaneda fue una de las más importantes escritoras españolas del siglo XIX.


Simplemente nació en Cuba, pero vivió en nuestro país desde que era joven. Sus dos grandes amores, Cepeda y Tassara; sus dos maridos, Pedro Sabater y Domingo Verdugo; su unica hija, Brenilde, a la que perdió en pocos meses y toda su extensa obra nació y se desarrolló en nuestro país. En su testamento dice que desea ser enterrada junto a su marido en Sevilla, en el Cementerio de San Fernando ¿Cómo es posible que el Ayuntamiento de Sevilla, el Gobierno, pretenda contravenir el deseo último de Gertrudis Gómez de Avellaneda?


El testamento dice:

"Ordeno que provisionalmente sea colocado mi cadáver en un nicho de la Sacramental de San Mártín, San Ildefonso y San Marcos, hasta que transcurrido el tiempo señalado por la Ley, se le traslade a Sevilla, donde descansará definitivamente en la tumba de familia que allá existe en el Cementerio de San Fernando, y que fue hecho a costa mía y de mi cuñada (...) y los dos nichos del otro lado, me pertenecen a mí, queriendo sean colocados mis restos mortales en uno de ellos y en el otro los de mi marido Don Domingo Verdugo, cuyo cuerpo yace en el cementerio general de la Habana, desde diciembre de 1863; pero que es mi voluntad sea también trasladado a Sevilla a costa de la parte de mis bienes que he reservado para cumplimiento de las disposiciones contenidas en esta memoria. En el mármol que cubre los dos nichos que poseo en la indicanda tumba de familia, quiero se pongan los nombres de mi marido y el mío, y que en la capilla que hay sobre el Panteón, se coloque el cuadro del Señor Crucificado, que se hallará en mi dormitorio bajo el dosel de seda encarnado..."


¿Vamos a permitir que se la lleven en contra de su última voluntad? ¿Qué pretende el Ayuntamiento de Sevilla? ¿No es acaso sagrado respetar la deción de los muertos?

Edith Checa

Periodista y escritora

lunes, 26 de enero de 2009

La procesión




Aún iba el santo calle abajo, por la ventana entreabierta pasaba el olor a incienso y se reflejaba en los cristales la luz temblorosa de los cirios.
Corrió los visillos hasta dejar en penumbra el cuarto.
Bastaba intuir la silueta en los espejos para desnudarse poco a poco.
Era como despojarse de una armadura, se quitó los guantes, el velo negro y los alfileres con que sujetaba la decencia a su pelo.
El traje del mismo luto, cayó sobre la silla.
Dentro quedó el eco de los tambores, resbalando por la espalda como caricia desacompasada.
Ante la desnudez, los prejuicios se apagan dejando una helada costumbre.
La procesión de fuera, la redime.
El calvario de dentro la condena a ser… la fervorosa amante del cura.

sábado, 17 de enero de 2009

A tu salud


Octubre madura en mi alacena,
Fuera, se retuercen los sarmientos
añorando la savia,
declinando en la lumbre su fortaleza.
Cárdenos racimos se abrazan
para ser reguero turbio y dulce,
placer efímero en los labios,
camino fácil para el olvido.
Tú solo eres ya
Ese frágil deseo que empaña
el cristal de mi copa.
Brindis de veneno fermentado
En esta bacanal de nadie.

jueves, 15 de enero de 2009


Por un instante,
no ser menos que el surco que te acoja,
la semilla que te engendre,
y la lluvia que te amamante.
No ser más que una lágrima,
Que ya es mucho ser…
por un instante.

miércoles, 14 de enero de 2009

Sumisión




Yo tenía hoy una cita contigo,
Desaté mis pies y mi lengua,
uncí estas manos y estos versos,
y me dí generosa a tu umbría.
Tú, no dijiste mi nombre,
me llamaste con un silbido,
como a una perra.
Y…fui.

domingo, 11 de enero de 2009

Sed







Se secó el barro antes de la llegada del otoño, allá por octubre, cuando las orillas eran el principio de la desolación misma, la retama de un pálido amarillo se extendía adueñándose del légamo hasta robar la última gota de agua.
El cauce era ahora un hilo de verdina sin ruido que escapaba lentamente hacia las grietas.
Sentía la sed mendigando en los barrancos y al aire dulce barriendo el crujido de los álamos, mientras yo, clavada en el suelo, en medio de la nada, oía el canto de las chicharras.
Concierto de siesta en las esquilas; atraviesa desorientado el rebaño, de un lado a otro, el Guadalquivir seco.
Se disputan la única brizna de hierba nacida de la equivocación de la naturaleza, justo a mitad del lecho por donde un día, alborozada, el agua arrastraba esturiones hasta la desembocadura del Galapagar.
Una hoz afilada siega los veneros y la sequía se adueña del pantalán ahogando en abrazo los remos de las barcas, que como dedos clementes emergen del lodo.
Las beatas invocan al santo de la lluvia y antes de que suceda, me abandono al polvo por escuchar el arrullo ancestral del rio.
Octubre cegó los ojos a la corriente… Miedo me da la furia estancada.

jueves, 8 de enero de 2009

La marioneta






No levanta la mirada, se pasa la mano por la frente, se alborota el flequillo, mueve la cabeza en ademán de renuncia, se agita, tiembla, uniendo incansable unos trozos de papel, haciendo coincidir las letras, las palabras, las frases que desperdigó la rabia, la noche anterior.
A veces se le amontonan los “te quiero” y ya no sabe donde encajar tanto despliegue de amor fatuo.
Separa, cuenta, ordena sueños y entonces gira el reloj de arena para volver a empezar a des-decirse.
Mientras se recomponen las promesas de papel, el futuro camina en el alambre como un triste funámbulo sin aplauso.
De sobra sabe que el dolor no se paga.
Volverá a ser la más bella marioneta… desoyendo el consejo.
Su madre la observa desde el umbral de la puerta, las separan treinta años.
Demasiado lejos para entenderse.

domingo, 4 de enero de 2009


Esta noche he llorado mirando a los niños. Entré con los ojos cerrados en el asombro de sus ojos abiertos, de su temblor de frío enero, del eco en las esquinas de la mágica inocencia.
Esta noche me he perdido entre la multitud de latidos que asonaba las calles, volé con el humo del algodón de azúcar y subí distorsionando la luz, como globo de colores que escapa de la mano que le aprisiona, por descubrir tejados de escarcha.
Jugué al escondite con la luna en las azoteas, tizné mis dedos en las chimeneas para dibujar deseos en su pálida lejanía.
Esta noche mi manzana de caramelo no me engaña, aprendí que mordiendo su corazón, la dulzura estalla dejando en mi boca preguntas de niña grande.
Cuántas veces he intentado des-contar estrellas del hueco de cielo que nos cobija, rebosar los días en los que la felicidad se deja, como hoy, el grifo abierto.
Si, ésta noche he llorado mirando a los niños, la magia estrujó mi corazón como un limón nuevo, agria madurez que no me desnuda de ilusiones en la Noche de Reyes, aunque pasen de largo, aunque en mis zapatos solo dejen el carbón que les sobra.

jueves, 1 de enero de 2009



Pesa el rocío cuando amanece,
Viene, agujerea el alba
y criba el invierno.
A veces se queja en mis manos
el sabor a canela de tu recuerdo
Y en la noche me llama para llorar conmigo,
Como un pájaro desorientado,
Tu amor de nadie.
Cuando la razón se hiela, a solas,
cuento atrás,
los sueños que me avalan.