lunes, 28 de septiembre de 2009

"MUJERES VIAJERAS" (esta es la portada del libro) Edic. CASIOPEA


Algunos ya sabeis, quedé finalista en el Certamen Nacional de Relatos "Mujeres Viajeras" De los mas de 500 relatos participantes, se han seleccionado treinta y cuatro para formar parte de este libro que será presentado en Sevilla el jueves dia 1 de octubre a las 7,30 en La Casa de las Sirenas.
Mi relato se titula "La Botella Vacía" y lo quiero compartir con vosotros.




La botella vacía


Es viernes de carnaval. Sobre la mesa brilla un antifaz veneciano con un rictus extraño que reflejado en el espejo del tocador multiplica su enigmático gesto.
Sé que es especial, como si llevara años esperando mi llegada, asomado al escaparate de aquella tienda.
Para los turistas, la tragicomedia de papel maché se ofrece desde todos los tenderetes ambulantes que rodean la Piazza. La mía esperó sin prisa el encuentro escondida en un callejón de agua.
Nada sucede por casualidad.
Es curioso, las voces no me resultan extrañas ni yo soy una extraña en el paisaje.
Risas, lentejuelas, plumas y cascabeles. Y el llanto... el llanto oculto en otro carnaval.
Al atardecer ya intuía la luz dulce que se cuela por los puentes en Venecia, y la constante caricia que deja el mar en los canales. El agua se viste de gris y encajes arañando incesante los muros.
Mil gaviotas mueven el aire... será por eso que hace frío.
Las campanas de la basílica de San Marco cuentan hasta diez, hasta once, hasta doce... Desde mi ventana abrazo el sonido como si quisiera adueñarme del tiempo, no se si para detenerlo o para empujarlo al laberinto de mis horas muertas.
El carnaval pasa ajeno a mi soledad.
Los deseos hacen ruido.
Esa es la magia.
He abierto la ventana, quiero gritar que me esperen, que toda yo soy una máscara y toda mi vida un esperpéntico disfraz.
De qué me quejo... una habitación privilegiada, en un hotel de lujo, en la Plaza de San Marco en Venecia, en carnaval...
Vinimos aquí a vivir un sueño, ¿no? Y tú duermes ajeno a mis inquietudes.
Tú duermes como duermen desde hace mucho las ilusiones.
Duermes dejando pasar tu vida y la mía por esta calle sin salida.
Duermes...
Yo no he hecho otra cosa que esperar. Sin quejarme.
Esperar y construir una torre de babel para no entendernos.
Duermes desafiando al destino, tan seguro de que mi cobardía rechaza las alas...
Me estoy viendo en el espejo, aun sin mirarme. Desabrocho mi bata de satén –insultantemente virgen- y cae a mis pies.
El antifaz es todo lo que necesito para cruzar la puerta y no volver.
Duerme tranquilo.

Violines en Venecia... Toda la ciudad es una dorada caja de música. Comienza el baile. Este salón de espejos revive las mil caras de la mentira.
Soy una marioneta mutilada…

Estoy tan borracha que hasta la risa me hace daño. Creo que alargando la mano podría coger la luna que esta noche también, como yo, vino a ahogarse en los canales.
Mi mirada tiembla en el agua detrás de la máscara.
Bebimos al unísono la madrugada y yo. Para olvidar.
La madrugada sigue fría y serena.
Yo no.

Ya está la botella vacía, y ahora ¿qué?
- Quizás me regale al primer gondolero que pase-

viernes, 18 de septiembre de 2009

Este jueves un relato "Mi refugio"




Para entrar me descalzo de todos los caminos,
me desnudo de las penas que me adornan,
desmaquillo la mirada,
respiro hasta el extremo de mis sueños,
retoco la mueca de soledad,
callo…
Para entrar me abandono,
desmenuzo la noche,
me bebo el miedo,
deshojo las dudas,
mudo la piel cuando cruzo el umbral de sus brazos…
Mi refugio, mi amor prohibido.
Y sola, cada día, me reconoce el espejo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Un relato para el jueves "El Maestro"





Mis mañanas al despertar tenían un tinte de cereza en los cristales y un aroma de hierbabuena que subía del patio.
Los pájaros encerrados ensayaban desde el alba y los gorriones libres, pintaban de gris el aire.
Sentado en su silla de enea observaba el concierto de trinos y premiaba a unos con alpiste y a los otros con hojas de lechuga sin hacer distinciones de estirpe.
El sonido de la sierra marcaba los tiempos como si de un minutero se tratase. Un reloj de serrín señalaba los años de cada tronco de olivo.
Era su carpintería la mejor escuela para los sentidos, desde allí me llegaba algunas veces la melodía triste de su armónica, o la retahíla metálica de la vieja radio, tapadera incondicional del silencio de quien, como él, hablaba poco y observaba mucho.
El martillo aún suena en la carcasa de madera que envuelve mi corazón, aunque hace muchos años que ya no me despierta la risa de mi padre.
Mi hijo heredó su porte y su crisol pausado para ver la vida, lleva el arpegio en la sangre y entona con la misma maestría cuando está solo y cree que nadie lo oye.
A mi hija le correspondió la alegría, el tesón, la creatividad y la habilidad para cualquier oficio.
El recuerdo de mi padre vive tras los cristales tintados de cereza desde dónde nos enseño a VER y no sólo a MIRAR.
Ahora sólo nos queda conservar el aroma de la hierbabuena.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Amargos




Duele
estar juntos,
atravesados por la rutina,
a punto de desangrarnos
para alimentar al fracaso.
Duele
aunque no sepamos ya
del sabor del otro,
aunque la herida de la costumbre
no cicatrice.
Duele.
En cada uno de los intentos,
la herrumbre nos agujerea la vida.
El roce nos envenena
y agonizamos gota a gota
por no arrancarnos de lo establecido.
Duele
el saberse arrojado de la piel,
a las afueras de ti mismo.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Un relato de jueves


SOLILOQUIO


Jugar al desconcierto... eso ponía en mi tarjeta. Que absurdo, pensé mientras miraba de reojo a los demás participantes queriendo adivinar en sus caras el fastidio de lo que les había tocado en suerte.
Todos tenían esa mirada vacía de los que nada tienen, todos se dejaban arrastrar por el sin sentido... y yo allí cerrando el circulo de los idiotas sin mas poder de decisión que el silencio y la quietud. Copiando sin querer lo absurdo del instante, sonreí para afuera.
Me aceptaron.
No se en que calendario se miran aquí los días, ni se si son cuatro realmente las paredes que me encierran. No sabría decir sin equivocarme que es un mirlo negro el que me muerde el corazón cada noche, que vive en el alero de mi pasado y revolotea desorientado con sed de respuestas.
Me asusta. Me hace daño.
Tampoco sé a donde llega la escalera, a veces me da la impresión de que me sube por la espalda como una caricia y que pies ensangrentados suben y bajan por ella sin descanso tiñéndome de rojo.
A mi no me gusta el rojo ni los peldaños sin destino.
Ni que decir tiene que yo no estoy loca... aun puedo medir el tiempo con las agujas de la ausencia. Si tu no estás... se detiene.
Y la esfera caliente y amarilla recorre mi cuerpo de este a oeste creyéndose un sol... Cordura redonda que me seca las lagrimas a destiempo.
Hoy es verano, pero mañana y ayer fueron turnándose entre hojas y vientos por buscar un nombre a la estación extraña que me vio nacer. Morir es lo mismo... eso me dice la sombra.
Hoy me pusieron una bata sin bolsillos... donde voy a guardarme ahora la luna? Creen que lo que me escondía era el prozac....
Mil vueltas al patio, y un solo árbol para cobijar los sueños. Somos muchos para jugar al desconcierto y no cabemos en el azar.
¿Quién gana aquí?
Los otros no tienen nombre.
Yo si.
Yo soy Rosa Desastre (licenciada en cacerolas)
Y hoy es tres de septiembre del 2009.