domingo, 26 de diciembre de 2010

Propósito de enmienda




Tu dices que me quieres, que me intuyes preciosa, que me piensas dulce, que me sueñas joven, que me crees coqueta, que me sientes alegre, que me esperas tuya…
No quiero engañarte, no debo alentarte, no puedo dejar que me lleves tan dentro, que me eleves tan alto.
Mírame.
La magia de la Navidad, evidentemente pasó de largo.
Aceptame tal como soy.

jueves, 23 de diciembre de 2010

"Villancico" Relato de jueves





Llevo horas mudando cachivaches en mis recuerdos, huele a miel, a matalahúga y ajonjolí, a castañas asadas, membrillos con canela, pestiños, rosquillas de anís…
En la plaza hay luces de colores y estrellas de plata colgadas de los árboles. Algunos chiquillos zarandean las panderetas y desafinan con la inocente voz puesta en el villancico.
La candela, como toda la casa, está en calma; a veces, el fuego cruje y se expande agrandando las sombras en la pared, vistiendo de rojo festivo los troncos.
Con una copa de aguardiente se agasaja a los vecinos, que, vestidos con el traje de los domingos y la boina nueva, vienen por la casa a felicitar la Navidad.
Mientras las mujeres amasan los dulces, los chiquillos hacemos barcos con las cáscaras de las nueces y navegamos en la pila del patio hasta que los dedos se arrugan como garbanzos…
Canto con el corazón desacompasado aquel villancico que me enseñó mi abuela, guardo la voz entre baúles, cierro la puerta de mi niñez.
Tengo que volver antes de que anochezca.
Mañana es Noche Buena.

lunes, 20 de diciembre de 2010

A cada uno de mis amigos



Tantas cosas ya dichas, no me sirven para ti,
porque Tú eres especial.
No me vale cualquier amor envuelto en papel de colores,
la paz condicionada,
la felicidad en jaula de oro.
Amor, Paz, Felicidad...
Quiero deshilachar la luna para zurcir tus sueños rotos,
ser un cascabel para tu alegría,
el guardián de tu lumbre,
el tamiz de tus dudas.
Quiero afilar el lápiz de mis sentimientos,
para ser un garabato escrito en tu alma.
Desnudarme en las palabras… ofrecerme.
Eso quiero para ti, esta Navidad.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Relato de jueves "Historias de ascensor"



Hicimos el amor como si se fuera a acabar el mundo.
Si, si, ya se que te parece una barbaridad a mi edad, pero me hizo arder en segundos.
Hacía mucho que no me sentía deseada de ese modo, hasta llegar a la locura que supone tragarse los gemidos por temor a alertar a los vecinos.
Nada fue improvisado, llevábamos meses planeando el encuentro. No había un lugar mas seguro para dos infieles.
A esa hora, en su casa, su mujercita estaría poniendo la mesa, mirando el reloj para tener a punto la sopa, olvidada completamente de parecerle hermosa.
A esa hora, en mi casa, mi marido dormitaba en el sofá después de tragar sin comentarios la comida, cerró los ojos sin reparar en mi carmín nuevo, mi falda corta, mi pelo cuidado.
Sincronizados, él, aparcó el coche en la esquina. Yo, bajé a tirar la basura.
Nos cruzamos en el portal, justo cuando los niños del segundo volvían de la escuela con la algarabía propia de una desbandada de pájaros.
El vecino del cuarto derecha, ese que nunca saluda, nos robó cuatro minutos hablando del nuevo presidente del Betis.
El ascensor de los pares subió con los niños y el vecino. El de los impares nos invitó a perdernos.
La pasión se multiplicó en todos los espejos mientras subíamos al piso diecisiete y bajábamos de vuelta a la realidad.
Me abroché la blusa, bajé mi falda mientras él se alisaba el pelo y la corbata y me miraba aún, derritiéndose.
Una última ojeada antes de que se abrieran las puertas y ensayamos ser dos extraños coincidentes.
Al salir nos encontramos con los operarios de una empresa de seguridad. Buenas tardes señora presidenta, -me saludaron- desde esta mañana está instalada, tal como se acordó en la última reunión de propietarios, la cámara de video dentro del ascensor para averiguar quien es el vándalo que roba las bombillas y hace pintadas en los espejos. ¿Me firma usted el albaran por favor?

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Noches de franela



Siempre fue una desventaja llamarse Nazaria.
Nazaria vive calle abajo, allí donde las noticias dan la vuelta.
El cartero no necesita apellidos, la conoce por la solterona, desde siempre.
Hoy trae una carta para ella. No tiene remite. Las letras picudas dejan un paisaje tembloroso y azul en los bordes de su nombre.
El buzón de Nazaria está por estrenar, el tiempo selló la boca de la espera y el hambre de noticias parió un desierto de cal.
Crujió la madera bajo los nudillos al segundo golpe, Nazaria sale a entreabrir la vida. El sobre viaja hasta su mano. Heredera súbita del pálido papel, no sabe donde alojarlo. Lo mira la noche entera.
Su cuarto es un mundo pequeño donde sueña perderse. Su cama parece una primavera inconclusa. Las sábanas son un erial de espliego y alhucema que envuelven su piel huérfana de caricias.
Tiene miedo de ser dueña de algo y renuncia al título de destinataria.
Rompe las noticias en mil pedazos.
Mañana mismo se cambiaría de nombre.
Nights in whit satin.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Preguntas




¿Que muro de mentiras nos separa el corazón de la sonrisa,
Que cárcel nos encierran las palabras y los sueños,
Que ceguera nos recorre la mirada y el deseo,
Que extraña frontera nos aleja del susurro y la caricia?

Un cuchillo de silencios abre surcos en la sangre
Para dejarnos vacíos.
Muro
Cárcel
Ceguera
Frontera
Cuchillo

-El desamor se abre paso alimentando con reproches
A los buitres hambrientos de la culpa-

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Relato de jueves "redes sociales"



Control

...Y pensó que en aquel rincón estaría segura.
Se sentó en el suelo acurrucándose para ocupar menos espacio y fue despojándose de sus cosas inútiles haciendo con ellas una pared imaginaria con esa amalgama de aire viciado que le rozaba la cabeza.
Un circulo imposible donde solo tengan cabida ella y sus pensamientos.
A salvo por fin, sin tener que girar una y otra vez el reloj de arena de esta vida controlada.
El silencio le interroga: dónde, con quién, a qué hora, cuándo, porqué, para que... Y cada vez al levantarse ha de sonreír.
Sonríe a las siete y diez cuando comienza su día.
En la estación mil ojos.
Control.
Sonríe al guiño metálico de una escondida luz roja.
Control.
Sonríe ante la ventanilla del banco.
Control.
La esquina, la biblioteca, el ministerio, el supermercado.
Control.
Desde el escaparate.
Control.
El teléfono móvil, las caritas animadas de su mail, el balcón del vecino, la mirilla dorada de la casa de enfrente.
Control.
...Se va desnudando y la pared crece y crece mientras, yo, LA LIBERTAD,
cubro su desnudez con mi bufanda de necedad...
Control.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Mudanza




Le molestaban sus propios pasos. Alguna vez había odiado a las serpientes, hasta que le conoció. Después, el asco se mudó hasta su piel.
Se arrastró por demasiadas cosas, hibernó en su tiranía, se olvidó de ser.
Silente, abandonó los zapatos de tacón de aguja.

viernes, 29 de octubre de 2010

Halloblowen "La hija del enterrador"




No éramos una familia normal. Sólo bastaba un detalle para delatarnos. Vivíamos en una casa sin esquinas. Así explicábamos sin más detalle, cuando alguien preguntaba por nuestra dirección.
Raros, éramos básicamente raros. “Básicamente” según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, venia a decir más o menos: “Con arreglo a los principios y fundamentos de algo.”
Y desde el principio mis padres, fundamentados en no se que cosa del amor, decidieron contraer matrimonio aunque no tenían donde caerse muertos.
¡Que ironía! Le ofrecieron trabajo de enterrador y ocuparon una vivienda sin ventanas, adosada a las tumbas que daban al norte, oscura y húmeda como corresponde a cualquier osario de cualquier cementerio.
Allí nací yo, básicamente normal, pero inservible para los planes.
Quisieron cambiarme por un ternero en el mismo instante del alumbramiento pero el candidato al trueque no estuvo de acuerdo. Argumentó sin fundamento, que tenía una tara. Sonreia.
Mi madre me escondió. Yo la vi parir un hijo cada año, todas mujeres, feas y sin tara.
Su futuro estaba asegurado. Aleccionadas magistralmente, se convirtieron en las mejores plañideras de toda la comarca, impecables en cuanto a la palidez y el grito y dependiendo de si el muerto era de familia acomodada, hasta fingían un desmayo que terminaba con convulsiones y un vómito de sangre negruzca que daba un efecto trágico al evento.
Conmigo no se ganaba dinero así que mi casorio se amañó pronto. La dote era yo misma y la advertencia de que pasara lo que pasara, no sería devuelta. Mi madre me dio consejos, mi padre nada.
Me chocó verme de repente en una casa con esquinas. Por fin pude llorar por los rincones.

jueves, 14 de octubre de 2010

"Aciertos y equivocaciones" Relato para el jueves




Dudaba si contarselo a mi madre, temí que su ya precaria salud no aguantara la noticia. Quizás fuera la última vez que me diera consejo y seria quizás la primera, que yo no le haría caso.
Ella sabía que algo pasaba, no me miraba de frente y sus ojos achicados por los años, desviaban mis explicaciones a lo oscuro. No hay tiempo para adornar el silencio. No lo hay, madre.
Entonces, poco dada a los abrazos, me acunó por una eternidad antes de la única pregunta. ¿Porqué?
Ni un reproche.
Caminé sin mirar atrás. No supo si lloré.
La gente tiene razón… fui cobarde. Igual mi suicidio fue un error.

viernes, 8 de octubre de 2010



A veces, se acerca el horizonte
a la guillotina de mis párpados
donde la ciega frontera del día agoniza.
Por la herida de luz brota la noche,
y descosida por los bordes
me traga.
Dormir, dormir, dormir…
Para despertar masticando ceniza.

domingo, 26 de septiembre de 2010

I CONCURSO MUNDIAL DE ECOPOESIA 2010


Participaron en este concurso 571 poetas de 37 paises... entre ellos yo.
Mi poema "La sed" está entre los cien seleccionados para la edicción de un libro a cargo de la organización POETAS UNIVA.

La sed

Se secó el barro antes de la llegada del otoño. Allá por octubre, cuando las orillas eran el principio de la desolación misma, la retama de un pálido amarillo se extendía adueñándose del légamo hasta robar la última gota de agua.
El cauce era ahora un hilo de verdina sin ruido que escapaba lentamente hacia las grietas.
Sentía la sed mendigando en los barrancos y al aire dulce barriendo el crujido de los álamos, mientras yo, clavada en el suelo, en medio de la nada, oía el canto de las chicharras.
Concierto de siesta en las esquilas; atraviesa desorientado el rebaño, de un lado a otro, el Guadalquivir seco.
Se disputan la única brizna de hierba nacida de la equivocación de la naturaleza, justo a mitad del lecho por donde un día, alborozada, el agua arrastraba esturiones hasta la desembocadura del Galapagar.
Una hoz afilada siega los veneros y la sequía se adueña del pantalán ahogando en abrazo los remos de las barcas, que como dedos clementes emergen del lodo.
Las beatas invocan al santo de la lluvia y antes de que suceda, me abandono al polvo por escuchar el arrullo ancestral del rio.
Octubre cegó los ojos a la corriente… Miedo me da la furia estancada.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Relato de jueves


-Miss Aurorita-


Ensarta cuentas de colores en el hilo de plata. Primero de dos en dos, las azules, y lunas de lentejuelas se quedan colgando para tragar la luz amarilla de la vela. Cuantas noches a puntadas, se han cosido las horas de su descanso hasta el amanecer.
En esa hora antes de que el sol ensaye, se quita los zapatos y recorre la pista de puntillas hasta situarse justo debajo del trapecio. Una música de violines desafinados que sale del carromato de los zingaros, le hace abrir los brazos y cerrando los ojos vuela desacompasada.
Gira y gira sobre sus pies deformes y el aplauso del domador de elefantes la destrona de golpe.
Su tristeza no cabe en la sonrisa exagerada del payaso y borra la pintura alegre de sus arrugas mirándose de reojo en el espejo sin azogue de la mujer barbuda.
Recoge la caja de abalorios y tapa la chispa delatora de su mirada de artista con el ala del sombrero trucado del prestidigitador.
Sale escondiéndose entre las cortinas de terciopelo que obedecen únicamente al toque de platillos del jefe de pista para abrir o cerrar la magia.
Remienda los agujeros de su fracaso con la misma aguja que cose brillos en la capa del hombre bala.
Huele a café fuera de la carpa. Ella lo tomará una vez haya dado de comer a las serpientes y después de sacar brillo a la bola de la pitonisa.
Cuando la vida despierta en el circo, ella duerme todos los sueños juntos.
Miss Aurorita no aparece en los carteles.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Sábados literarios





No se puede ser mayor de un día para otro. Ayer, con catorce podía correr tras las gallinas para quitarle las plumas y hacerme una cabellera de jefe-indio magnífica, podía pasarme horas subida a la higuera escuchando el concierto de la acequia, podía traficar con los cromos y las canicas de los niños de la calle nueva, podía cogerme del brazo de Santiago sin que por eso fuéramos novios…
Hoy ya no. Hoy ha amanecido más temprano. Es quince de marzo en todos los calendarios de la casa.
No entiendo, de repente todo el mundo me dice que soy mayor. No, no lo entiendo, si todos los espejos me devuelven la imagen flaca y descolorida de siempre.
Como siempre la desgana, el pan con aceite del desayuno, la falda corta de los domingos…
Conforme avanza el día, la transformación se lleva a cabo sin mi permiso. Mi vecina Manuela me ha regalado un sujetador que no sé que me va a sujetar, mis amigas aconsejadas por sus madres, me traen un pintalabios y unos zapatos de tacón (difícil andamio para robar nidos)
Me he deshecho las trenzas. Mi melena llega más abajo de la cintura, cambio los lazos de colores y sujeto mi pelo rebelde con una horrible diadema de brillantitos que me ha comprado mi madrina.
Tengo quince años a las siete de la tarde porque lo dicen las velitas de mi bizcocho de chocolate, porque se nota en mis labios rojos, en las tirantas del sujetador de encaje, en los zapatos que me aprietan los pasos, en el pelo suelto…
Santiago me mira muy serio desde un rincón. El sabe que soy la misma de ayer, pero ya no podrá cogerme del brazo hasta que seamos novios.
Cumpleaños feliz -me dice- y me deja sobre la mesa una caja para guardar la inocencia.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Corazón sin puertas





A medio cerrar las puertas del verano con la algarabía de soles a medio gastar.
Puerta entornada para un septiembre inevitable por donde se cuela el olor de la tierra mojada en la tormenta y la caricia inconstante de las mareas.
De un lado de la puerta, los besos cosidos al alma con puntadas de colores, del otro, remiendos para justificar el retorno.
Puertas de paso, sin huellas.
Puertas de sal para huir o quedarse.
De Cabo Negro al Estrecho, puerta de agua por dónde cruza la muerte en las noches cuando la luna es delgada como el filo de una guadaña.
Puerta de par en par que custodia la libertad de los sueños.

lunes, 16 de agosto de 2010

Ramadán




(Me voy al paraiso por unos dias, Kabila, en Marruecos)



Al-alba me despierta el rezo,
Al-daba golpeando el sueño.
Mi sed busca en la otra orilla
Al-wadi al-Kabir *
Miel y canela en el recuerdo.


(* En árabe, Guadalquivir, que significa, río grande)

sábado, 14 de agosto de 2010



Yo ya escribí un libro,
Ya planté un árbol,
Tuve un hijo…
¡Por favor, no me obligues a subir en globo!

miércoles, 11 de agosto de 2010

"Tauromaquia" Relato para el jueves



Sólo había un televisor en todo el pueblo, en la taberna de Pedro que estaba frente a mi casa.
Allí se reunían los entendidos en las tardes de toros cuando desde la Maestranza se retransmitía la corrida.
Mi padre era “Currista” y yo, a mis siete años, “del Cordobés” (que ya a los siete me gustaban a mí los toros y hoy a mis 54 no tengo ningún trauma ni me veo mas inhumana que otros)
Tampoco, -si es lo que se pretende- voy a “entrar al trapo” con polémicas y si, ser muy respetuosa con todos los credos.
Habría mucho que discutir y no merece la pena colgarse medallas.
Como os contaba… frente a aquel televisor, en primera fila, aprendía a distinguir las diferentes suertes del toreo…

En las tardes de verano cuando oscurecía, los toros de la dehesa de Isaías y Tulio Vazquez, pasaban de un lado al otro del encerrado, bajaban a beber al arroyo y entre los cañaverales se miraban en el agua. Cuando el sol se ocultaba, confundiendo color de pelaje y noche, los erales caminaban despacio buscando cobijo en las jaras. Los chiquillos en silencio desde la cerca los veíamos pasar y yo, les explicaba lo que había aprendido refiriéndome al pelaje y a la forma de los pitones.
El mayoral montado en su caballo, vara al hombro, como un quijote, se recortaba en la sombra guiándolos…

Como algunos sabéis, soy artesana de bordados. A los dieciséis años me hicieron un encargo muy especial. Bordé mi primer capote de paseo. Ni puedo describir la emoción que encerré entre las puntadas de seda y oro.
El día que su dueño lo paseó por la arena de La Real Maestranza de Sevilla, se me amontonaron los recuerdos.
El corazón de albero se silenció.
Que Dios reparta suertes.

domingo, 8 de agosto de 2010

Madrugada de grillos




Me fueron despertando las sensaciones de una en una
con un abrazo de plenitud, de libertad,
de soledad buscada, añorada, deseada.
Nada más placentero.
Un sofocante calor, dormido el aire detrás de mis cortinas...
Y detrás, la luna,
y detrás el silencio.
Me avisó el reloj con un guiño y se paró.
Cerré los ojos para buscarte entonces.
Viniste a recorrerme entera
y no nos separó la brisa,
viniste a habitar mi deseo y juntos,
recorrimos los surcos que el sueño deja
cuando se siembran besos de amor prohibido.
Amanece duende. ¿Dónde vamos?
" Y los grillos cantan siempre en las noches como esta,
seca la garganta,
cuarenta grados,
Y el hielo de mi vaso se derrite paseando
por la piel agitada de mi pecho.”

sábado, 7 de agosto de 2010

Entierro


Hoy encontre uno de mis cuadernos de cuando era adolescente... La fecha 1973.
Tantos años y descubro en las páginas amarillentas, que sigo usando la misma tinta para contar el desamor.






Entierro


Tú estás como un muerto cualquiera
En la fosa común de mis recuerdos,
respirando el aliento de todas las bocas que me han besado,
arañando el cristal de mi pupila
para ver la luz a través de mis ojos
y te pierdes en la palma de mi mano
cuando con rabia me seco las lágrimas.
La tuya es una cruz más
En el cementerio de mis años,
Para ti el mismo rezo, idéntico epitafio.
Y tú, como todos esos,
abonas la tierra donde crece el olvido.
Si bien es verdad,
Cuando recojo mi cosecha,
Sólo ante ti me tiemblan las manos…
Y no es buen fruto, no, para mi fortaleza.

domingo, 1 de agosto de 2010

La analfabeta

Me estaba prohibido hacer la limpieza en aquella parte de la casa, las ventanas que daban a la galería, permanecían cerradas a cal y canto.
-Bajo ningún concepto se la puede molestar mientras estudia- Fueron las órdenes desde el primer día que me contrataron como cenicienta por horas.
La señora rara vez salía de su cuarto.
La imaginaba yo entre librotes empapándose de conocimientos, sumando a sus ojeras la tinta que restaría a las letras, memorizando logaritmos o deleitándose con las Odiseas de un tal Homero entre otras cosas…
Lo que debía alimentar la cultura a juzgar por la cara de satisfacción con la que aparecía de vez en cuando a darme instrucciones.
Estuve tentada mas de una vez a comentarle que, siendo tan erudita ella, y tan inculta, yo, podría pagarme en especie. Pero no me daba opción de conversación tan larga, pues enseguida se atrincheraba en su cuarto.
La escoba, el cubo, el trapo, no necesitaban prospecto pues se diría que habían nacido como un apéndice más en este cuerpo analfabeto.
Por eso se me contrató, porque yo era poco menos que nada. Ni siquiera me servía en aquella casa el sustantivo propio que me pusieron al nacer. Facunda. Es bien bonito.
Allí me acostumbré a ser sólo un pronombre. TU.
Despojada de calificativos y sólo muy de vez en cuando me adornaban el tiempo con un verbo imperativo: limpia, cocina, duerme, calla.
Un día la señora me pidió el plumero. Yo me ofrecí inmediatamente a limpiar el polvo de donde fuere menester, temerosa de que me despidiera por no hacer bien mis tareas. Pero no, no era eso, se esforzó para que entendiera que el plumero y ella iban a hacer un experimento con las estanterías, lo de la gravedad o algo así -supuse yo-… en fin, que, grave, grave, no sería mucho porque se le oía reir como una descosida desde el otro extremo del pasillo.
Salvando alguna que otra excentricidad, era un placer trabajar para alguien que cultivaba su intelecto con tantísimo esmero. Yo admiraba su sacrificio y las horas de clausura entre esas cuatro paredes, para total, conocer los afluentes de los rios africanos, el ritual de apareamiento del escarabajo pelotero, el precio de la moneda en Sigapur o el código genético de los helechos.
Pero, claro, a ella se la veía tan feliz pasando el plumero por los lomos de la cultura…
No sabría decir si los quejidos que alguna noche me desvelaban, procedían de aquel cuarto, y recordé la frase que mi señora repetía cuando alguien le aconsejaba dejar por un tiempo el estudio: ”El saber no ocupa lugar”, a mi no me cuadraba la respuesta, pues me constaba que tanto libro no le dejaba espacio ni para respirar. Pero no era el caso, las madrugadas sonaban a estampida, a ejército en plena batalla.
Facunda, me dije, tú en imperativo, ¡duerme!

No se cual fue la causa, igual es que con los años me había tomado cariño. Por fin tuve acceso a la habitación del fondo bajo juramento de no tocar ni revelar lo descubierto.
Me regaló todos los libros incitándome así a pulir mi incultura en favor del cuidado meticuloso de tan peculiar mobiliario. (Juzguen ustedes mismos)



Ya se las cuatro reglas, pongo empeño, pero aun me queda mucho que aprender.

miércoles, 21 de julio de 2010

Relato de jueves "Problemas técnicos"



Es torpe e indeciso, te dije.
Defectos sin importancia, dijiste.
Ya no hay arreglo. No sirve.
Oscuro, es verdad que es oscuro.
Intenté abrir las ventanas, remendar la luz.
No llegamos a tiempo.
Lo atraviesan las preguntas, dijiste, Sangra azul, te dije.
Allí quedó mintiendo el cartel.
“Corazón cerrado por problemas técnicos”

martes, 20 de julio de 2010



Brinda conmigo,
Bebe.
No te importe que se celebra aquí.
La hiel y la miel de un trago.
Que, borrachos, importará poco
si el azahar duró sólo una primavera.

lunes, 12 de julio de 2010

Lastre



Pertinaz, la sombra,
continuación de mi misma,
y sin embargo… tan ajena.

sábado, 10 de julio de 2010

Nada es lo que parece



Yo te creía cepa virgen,
navegable reguero de dulce savia,
amalgama de sol, tus brotes.
Yo te intuía melosa luz,
racimo tardío,
maduro placer que se nutre de la tierra.
Yo te sentía raíz de mi centro,
quiebro de abrazo,
sarmiento, cáliz.
Cárdena sed, tu roce, en mi vida.
Pero…
Resultaste ser la obra del labrador torpe
el crujir del surco pariendo la parra amarga,
la uva de saldo en el mercado,
el vino bastardo para la borrachera inútil.
Limo,
grieta en el cuenco vacío del deseo,
brindis ciego para la alegría,
tronco seco a pesar de la primavera,
fuego fatuo
humo
ceniza
Nada.

miércoles, 7 de julio de 2010

"C’est moi mon amour" Este jueves un relato




A pocos kilómetros de Paris, un pequeño hotel, un pequeño bar, una cena para dos...
El camarero sonrió al comprobar mi raro acento al pronunciar las cuatro palabras aprendidas en francés para no desentonar.
Entendió mejor mi sonrisa que mi petición, pero amablemente me llevó junto a la cabina de teléfono.
Me temblaban las manos mientras buscaba la agenda en mi bolso revuelto.
Deposite las monedas con el mismo miedo y la misma ilusión de quien las arroja al pozo de los deseos esperando con ansiedad que se cumplan.
Dos tonos... tres, cinco... Cerré los ojos al oír su voz y dije: “C’est moi mon amour” y colgué.
El teléfono sonó y sonó durante diez interminables minutos sin que nadie lo cogiera. Sabía que eras tú. Sonaba tu propuesta en mis oídos y la respuesta se escapaba con mis lágrimas en silencio.
Llovía...
Cuantas canciones hablan de la belleza de la lluvia en Paris, del color de Paris, de la música de Paris, del sabor de Paris... Ninguna canción sabe de la soledad en Paris cuando al otro lado del teléfono alguien te dice -ven y déjalo todo-
El espejo del ascensor reflejó la imagen perfecta. Mi marido y yo subíamos a la habitación a cumplir con el deber de amarse... en Paris.
El recepcionista, con fastidio, descolgó el auricular
¿Allô? ¿allô? ¿allô?
Silencio.
Alguien calla mordiendo la rabia mientras me “usan”.

jueves, 24 de junio de 2010

Machado en la voz de todos





Homenaje a Machado en su casa natal, Palacio de Dueñas, el pasado martes 22 de junio, organizado por Pedro Luis Ibañez Lérida.

Estuvieron presentes: la duquesa de Alba, el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, la delegada de Presidencia y Cultura del Ayuntamiento de Sevilla, Maribel Montaño; el alcalde de Soria, Carlos Martínez Mínguez, y representantes de los ayuntamientos de Segovia, Soria y Baeza (Jaén), que participaron en la Asamblea de la Asociación Red de Ciudades Machadianas.

Tras una breve disertación, a cargo de Enrique Baltanás sobre la figura de Antonio Machado. Intervinieron los poetas y músicos:
José Luís González Cáceres, Martín Lucía, Nieves Peña Martos, Sol Guerrero, José María Marín, Fernando Rodríguez Massia, Carmen Valladolid, Lola Crespo, Rosario Muñoz,Víctor Jiménez y una servidora.
Ha sido un placer compartir espacio y poesía con tantos y buenos compañeros.
Gracias a todos.

jueves, 17 de junio de 2010

"Bichos" Relato del jueves



¿Te acuerdas?




Yo era la que vivía en la caja de lata, en la última estantería de la despensa.
A mi lado, el laurel se retorcía hasta secarse, y al otro extremo de aquella oscura madera de cerezo, se apilaban los lebrillos de barro.
La poca luz que se filtraba por las rendijas de la puerta, dibujaba en la pared los barrotes de mi cárcel.
Nunca atravesé la frontera para llegar a la frescura de los ladrillos.
Mi mundo limitado por el miedo, se reducía a las cuatro baldas. Solo una vez llegué hasta el techo porque me atraía el olor de la enea mezclado con las cañas y el adobe.
¿Te acuerdas? Una hilera de hormigas custodiaban las rosquillas de nata, otras rodeaban los botes de uvas en aguardiente. (Siempre me agobió ese meticuloso orden del hormiguero)
Olía a tomillo, a almoradú, y a manzanilla amarga recién cortada.
Se multiplicaba la calma en las tardes de noviembre mientras el sol se dibujaba como un cuchillo en la puerta abierta del zaguán.
Con el frío, la despensa se vestía de sabores. Las orzas de manteca en el rincón, las castañas en el cesto de mimbre, las granadas que, abiertas, parecían sonrisas gigantes y rojas, los membrillos endulzando el aire...
El ronroneo de los gatos me producía inquietud obligándome a permanecer quieta, casi sin respirar, al borde mismo de la lata.
En cambio tú, salías a tu antojo haciendo giros imposibles para esquivar su zarpazo.
En el suelo, el cajón de las patatas fue tu cuartel de invierno
¿Te acuerdas? Tu último invierno.
(Vi como te llevaban entre el hueco de dos manos, sin aplastarte)

Que trajín hay en la casa... la están desalojando.
Yo reiné sola durante muchos días y deambulé sola durante muchas noches haciendo surcos en el polvo de las estanterías hasta que me dejé morir.

Que frío hace aquí.
¿Cuánto tiempo ha pasado?
Inmóviles tras el cristal compartimos epitafio, ¡quien lo hubiera dicho!
Con letras doradas dice: “Dictiopteros” “blatta orientalis”.
Lo que yo daría por escuchar de nuevo... “¡Mira, una asquerosa
cucaracha de mierda!
¿Te acuerdas?

miércoles, 9 de junio de 2010

Este jueves un relato... ¿Hacemos deporte?



Tenía doce años recién estrenados y una bicicleta tan flamante como mis años.
-Tanto ejercicio te va a dejar en el chasis-, me decía mi abuela, que era la más reacia a la libertad que suponía el descubrimiento de aquel deporte.
Faltaba convencerle de que mis cuarenta kilos aguantarían sobre las ruedas sin mermar.
Mis amigos miraban las llantas brillantes de mi regalo de cumpleaños mientras yo subía y bajaba las cuestas con las trenzas en volandas, el corazón acelerado y todo el sol arrebolando mis cachetes.
Yo añadí algunas mejoras al cacharro de dos ruedas, por ejemplo: desenroscando uno de los manillares, lo convertí en almacén secreto donde guardar un diminuto lapicillo y un papel enrollado como si fuera un cigarro, suficiente espacio para anotar algún acontecimiento inesperado en mis paseos.
Todos los días cambiaba la hojita porque tenía la suerte de que siempre ocurría algo digno de ser escrito. (Yo entonces no sabía que la pasión de mi vida no sería la bicicleta, si no plasmar en papel cuanto de especial pasaba por mis ojos)
Conservo aún en mi trastero aquella reliquia con el verde desgastado por los años.
Inevitablemente, quedaron atrás mis cuarenta kilos y algunos amigos. He gastado muchos lápices y he llenando muchos papeles con historias.
Ya no tengo trenzas ni abuela que me de consejo, ni formo parte de la élite deportiva…pero cuando quieras, te reto a una carrerita.

viernes, 4 de junio de 2010

Conversaciones con Dios. "Sábados literarios de Mercedes"


-La oración del olvido-


Mi padre me enseñó que Tú estabas siempre, en todas las cosas, que Tú me cuidarías, me dijo, que Tú acudirías a mi llamada.
Mi padre, pobre, no sabía lo ocupado que estarías en los momentos en que la adversidad se posara en mi hombro.
Te busqué, te llamé, te rogué por mí y por los otros.
Nunca estabas, nunca acudiste, nunca atendiste mis ruegos.
¿A quién me quejo?
Si el Dios de la salud tiene una gran lista de espera,
Si el Dios de la Justicia no oye,
Si el Dios de la paz mira para otro lado,
Si el Dios del amor calla,
Si el Dios creador no guardó las instrucciones de cómo manejar los vientos, ni las aguas, ni el fuego en las entrañas de la tierra, ni las guerras, ni el hambre…
Mi padre…. Nunca me hubiera abandonado.
Amen.

jueves, 3 de junio de 2010

Mi otra afición


Quiero compartir con vosotros otra de mis pasiones, la pintura.
Por esta vez, el jurado creyó que mi cuadro merecía un segundo premio.
Pues gracias!!

jueves, 20 de mayo de 2010

Relato de jueves "Historias frente a una taza de café"


Cita a ciegas


En el espejo del baño repasó sus arrugas, alisó el pelo en el mismo desorden que sus pensamientos, y miró de frente a esa extraña que se atrevía a juzgarla desde el otro lado del azogue.
Tenía una cita en el “Café Canalla”.
Una cita a ciegas.
El café amargo separa dos soledades. Se endulzan con mentiras concertadas y la historia de verdad, es sólo humo.
La ilusión es eso que enciende lucecitas en los ojos y pone alas a las palabras.
Lo había leído en un libro.
El, resultó ser un adivino.
Leyó en los posos del café todo lo que ella ocultaba en su sonrisa.
Por efecto de la cafeína soñaron despiertos hasta el amanecer.
“El Café Canalla”, cómplice, no les pasó factura por consumir inconscientemente, felicidad a destiempo.

jueves, 13 de mayo de 2010

Este jueves, un relato: "Nombres"


Borrón y cuenta nueva

Hoy he borrado al último.
Todos tenían un motivo, o mejor, yo tenía un motivo para cada uno.
Ahora cada nombre vuela con su cárcel de papel cuadriculado en remolinos de recuerdos, en la misma espiral sin futuro.
Los escritos con tinta azul, aquellos de los días de colegio, los de tinta roja, farolillo encendido de la adolescencia, los de tinta negra…los de después.
Un nombre, una historia, muchos nombres sin historias tachados en mi cuaderno me descubren la vida que se esconde detrás de los renglones borrados.
Me quedo contigo, sin poder nombrarte…por esas cosas que pasan.

viernes, 23 de abril de 2010

Des-terrados II




Honorato pulula por su mundo ciego como polilla, mientras Filomena le guía dejando tras de si, tiras de piel como un rastro de añeja muerte.
La puerta chirría por última vez en los oídos y sin mirar atrás se alejan del cementerio.
Conserva Filomena su sombrero de fieltro intacto, sombra de la vida vieja, sin embargo, perdió los dientes en la primera batalla.
Mal día para elegir destino, mal camino donde desparramar los huesos.

-Venga, Honorato, sujétate esa risa desencajada y disimula, que no se note el destierro, que muerdan la envidia mas de cuatro detrás de la tapia. Tu no te gires, que luego me cuesta a mi la misma vida colocarte los omóplatos.
-Tres lustros Filomena y parece que fue ayer. A falta de calendario tallamos en los cipreses cada apagón de luna, cada estertor hasta que la ceniza nos arrasó la mirada.
-¿Que mirada Honorato?. Si tienes el ojo izquierdo guardado en el bolsillo de la gabardina.
-Lo guardaba Filomena, lo guardaba, hasta hace un par de días en que los perros me cegaron por completo y se lo comieron sin mas miramientos.
-¡Por Dios Honorato, y lo dices ahora cuando ya no tenemos material de recambio!
-Total, para lo que hay que ver… ¿no me dijiste eso cuando me lo arrancaste de un mordisco?
-No seas rencoroso Honorato… me lo pusiste fácil cuando llegó la del nicho 436 y tus ojos respondieron al contoneo saliéndose de las órbitas.
-Es lo que tiene ser tan machote.

sábado, 17 de abril de 2010

Rencor




Arrastro, trenzada a las tripas
la parte más pesada del universo.
El rencor.
Que trasiego sin orden,
que deambular buscándonos
para despedazarnos la vida.
Ni una de mis células me reconoce,
que de tanto ser de ti, me olvidé.
El dolor desmenuzado en el tiempo,
ni tan mío, ni tan tuyo,
no nos dejará encontrarnos
ni tan siquiera en la llanura de estos versos.

viernes, 9 de abril de 2010

Sábados literarios de Mercedes (Diálogo entre zombies)



Des-terrados


-Te dije que no era buena idea Honorato, que igual no encajaban en tu mano los metacarpos del pianista que enterraron dos tumbas más abajo, ¡pero te empeñaste!
Tú y tus aires bohemios de emparentar con la farándula.
-Mira Filomena, los perros del sepulturero están bien alimentados, les chorrea la muerte entre los dientes y vomitan las alhajas siempre bajo el mismo ciprés.
-¡Que asco Honorato, no me cambies de conversación!
A lo bestia, en caliente, no se puede, ¡te lo dije!
-Ellos habitan el día, nosotros la noche. Será para que no se nos cuele el sol por las cuencas de los ojos y se nos sequen las ganas de vivir.
-Pobre Honorato, acércate, deja que te sacuda las telarañas, siéntate aquí donde dice “Propiedad” y déjame que te cuente los dedos.
Quince, Honorato, quince. Una excentricidad que nos va a costar el destierro.
(El muñón desencajado del pianista interpreta malamente “la Patética” de Beethoven)
-¿Oyes Honorato?
¡¡ Honorato!!
No vale hacerse el vivo.
Recoge tus gusanos. Nos echan del cementerio.

lunes, 5 de abril de 2010

Duelo




El agua hierve a borbotones consumiéndose y el ruido de todas las cosas me aterra, pero no tengo aliento para apagar el fuego.
Tengo la mirada fija en la ventana, se distorsionan el pretil y el sol juntándose en un mismo horizonte raro.
Alargar la mano y parar el aire sería conveniente, mas no llego a cerrar el frío ni a borrar el color impreciso de la tarde.
Un mundo me separa de cualquier sitio y la prisa no es suficiente para escapar a alguna parte.
Boca abajo los relojes mientras me busco.
A dos pasos del día de mañana se encuentran mis fuerzas.
Creo que el ángel de la guarda ha muerto a los pies de mi cama.

sábado, 3 de abril de 2010

Viernes Santo



Ya tiemblan los cirios.
Laberinto de calles aguardan como centinelas
el paso desnudo de los penitentes,
como un rosario de luz callado.
Una azulada vereda se abre a su paso,
y ante El se inclina.
Atardecer de lirios,
Llanto en el aire,
el llamador al borde mismo de su agonía.
Se oye una voz en quebrado rezo
que toca su corazón dolorido,
haciendo su penar menos hondo.
Silencio de saeta,
que solo rompe el crujir del madero.
¡Que Pongan luto al azahar,
que el Hijo Dios viene a morir a Sevilla!

miércoles, 31 de marzo de 2010

Este jueves, un relato. "La otra"




Enmarcada en el espejo como una pintura anónima y colgada de la rutina, se adorna la vida con remedios abstractos.
Pasa todas las tardes sola, unas tardes que se alargan a veces hasta la madrugada mientras la ausencia se hace costumbre que ya no duele.
Se sienta frente a la pantalla del ordenador y teclea con desgana.
Tras las letras se va desnudando con aquel desconocido que la piensa hermosa.
En otra parte del mundo, los mismos relojes marcan el hambre de abrazos.
Sabiéndose ajenos, sin tocarse más que con las palabras, juegan a amarse.
El, la esconde bajo clave para que nadie la borre de su soledad.
Ella, se ajusta la careta y con el papel estudiado, se dispone a ser “la otra”.

martes, 23 de marzo de 2010

Presa



Los pavos reales gritan fuera para ahuyentar al silencio, aunque yo los percibo como si viniesen desde dentro de mi sangre empujados por la madrugada.
Desgarrado el sonido recorre las ventanas, se descuelga por los sauces, gime entre las retamas y se destroza en la garganta de los muros de ésta cárcel.
El eco de su llamada se confunde, como se confunden los colores de sus plumas con la engañosa belleza de la libertad.
El miedo se interpreta cada noche como una sinfonía para sordos, mientras sus graznidos duelen como el llanto de los niños.
Las coordenadas de mi sangre alertan urgentes, la última voluntad de condenado.
Me declararé inocente de ser la ocupa en tu deseo, inocente del desfalco de caricias en tu piel.
Y aunque me abran de par en par, el cielo pactado, seguiré estando presa de mi misma.
No callarán nunca los pavos reales.
Que tortura.
Cualquiera diría que esto es el paraíso.

sábado, 6 de marzo de 2010

Sábados literarios. "Perdidos en la gran ciudad"





Venía de la aldea.
Por dentro, el corazón acelerado, el desconcierto, la soledad de quien se arranca de la tierra.
En los bolsillos del abrigo, o en los bolsillos del tiempo, se guarda lo inservible,
la rabia de saberse.
El otoño de las cigüeñas despuebla los campanarios mientras la madre modela rezos que ocupen su vientre ya vacío.
Luego, alargando los abrazos la ve marchar.
No hay lugar para más…
Llega a la ciudad, a racionarse el aire. En el límite de su maleta no caben más consejos.
Fragmentada en las lunas de los escaparates, se piensa eterna.
Y la lluvia que arrastra sueños, se queda a vivir en sus zapatos, húmedo aliento que recorre las calles buscando cobijo en las miradas de los transeúntes.
Fortalezas de puertas cerradas, las aceras, dónde exhausta se rinde.
Un abrazo siquiera… pide su miedo.
Pero el mundo que pasa acelerado no entiende el lenguaje de sus manos extendidas.

viernes, 26 de febrero de 2010



En la ventana de tu sombra
por dónde se desliza, íntima,
la luz ,
entorno mi cuerpo desnudo
esperando tu marea.
En la orilla del atardecer,
cuando izas tu risa como una cometa,
y las chimeneas atan lazos de humo
a su hilo de luna,
yo seré, lo que tu quieras que sea.
Cuando vengas a buscarme
con el viento de tus dedos,
y me des-duermas contigo
en la noche de tus ojos,
Entonces…
mientras sea tuya, no me despiertes,
Aunque el mundo se apague por completo.

viernes, 19 de febrero de 2010

Anónima



Enjuta, muda, a ras de su sombra, hilvana olivos a la siesta mientras las chicharras ensordecen al aire.
Va, como cada tarde sin levantar la mirada, tratando de ocultar el agosto vacío bajo su pañuelo negro.
Los niños, crueles, le tiran piedras desde la cerca y ella, de acero, inmutable, no se detiene, no delata, no humilla.
Las veredas duermen, el solano cimbrea las pitas y vuelan bajo los cuervos de paja.
No se quien tiñe el paisaje en tonos sepia desde la puerta a sus adentros, ni quien siembra de umbría los surcos de su piel.
Una tez cenicienta, un rictus de amargura se adivina tras el luto. Roto los espejos, no se conoce.
Los perros dormitan en las aceras oyendo el tañir a muerto según costumbre.
La campana le apaga la voz, y calla la letanía tantas horas ensayada,
creyendo su propia mentira para justificar la borrachera.
Calle arriba se esconde en su prisa hasta llegar a la puerta entornada de la taberna.
Pocas palabras cruzan. En su cesta de pleita lleva una botella envuelta en una tela de saco. Alarga la mano y deposita seis reales sobre el mostrador.
El tabernero rebosa el vidrio con aguardiente barato y le devuelve la bolsa con silente ritual de desprecio.
Es un intercambio de indiferencia absoluta.
Desanda el camino, antes de que vuelvan las beatas de misa, antes de que los jornaleros regresen del campo y antes de que las vecinas hagan corrillo en las puertas y la señalen con el dedo.
Los niños vuelven a apedrearla.
La herida durará para siempre, como la soledad parda de los domingos.

sábado, 6 de febrero de 2010

Sabados literarios "Una segunda oportunidad"



La novia



Una última ojeada… algo prestado, algo azul y la ilusión asomándose exagerada a los ojos.
Voy a casarme por segunda vez.
Llevo prestada la sonrisa, y de azul, este trozo de cielo que se me cuela indiferente por la ventana.
La ilusión es eso que me transforma en “la novia” con esa etiqueta de azahares caducados, la que destierra de mi carnet de identidad la juventud imprevista.
Llevo un vestido blanco almidonado de respuestas, mi velo de tul es como una cárcel diminuta que me esconde de las preguntas.
Yo, siempre tarde a todas las cosas importantes de mi vida.
Siempre fui el segundo renglón de cualquier historia, la última del silencio, la ninguna.
Yo, dicen, que soy feliz.
Todo está listo. La luz no me reconoce desde el crisol de tus ojos, una vez más, ni me has mirado.
Aquel cura amigo tuyo se ha ofrecido voluntario para la ceremonia. Nos va a bendecir. Va a bendecir veinticinco años de indiferencia, pero claro, él no lo sabe.
Que guapos están los niños. Llevan días aprendiéndose de memoria el evangelio de San Lucas, aquel que habla del amor… Por hoy se van a olvidar de las noches que pasaron ocultos mientras tus gritos nos amedrentaban.
Los amigos, los vecinos, la familia de los domingos… todos callarán.
Me digo que estoy guapa por fuera, y que te quiero, y que me quieres… Y ni siquiera lo aprueba el espejo.

lunes, 1 de febrero de 2010

Al otro lado de Sevilla


El silencio tiene matices.
Este silencio me cuenta cosas que nunca supe.
Mi llegada alborota a los gansos
que se miran vanidosos en el agua
queriendo cumplir el sueño del cisne.
Abandonar el gris plumaje entre los juncos
y desnudos robar al atardecer
pinceladas de sol que los haga hermosos.
Se oye a lo lejos el quejido de los remos,
parecen acariciar el agua como amantes.
Con la prisa de abrazar la corriente,
no se detienen a besar las orillas.
El silencio delata el rumor del rio,
la lágrima del viento en los ojos del puente,
y la circular danza de los vencejos.
Sueña el alfarero, que la luna es una gubia de plata
que hiere de luz al Guadalquivir.
Yo he visto sirenas de piel de barro en ésta orilla,
gitanas de espuma, yunques de arena...
Una marea de azahar me arrastra al paraíso.
La noche llega a Triana.
Silencio.

domingo, 24 de enero de 2010

Aprendiz


Sólo nos separaba el reguero cárdeno de la copa derramada por el brindis.
Agotadas las lágrimas, mi padre, que tantas lecciones de vida me dio,
saboreó la dicha de ejercer como aprendiz de abuelo,
pasadas las nueve lunas.

viernes, 15 de enero de 2010

La Costilla de Adán





Rebuscábamos entre los escombros de la habitación del fondo de la casa sin saber exactamente que encontraríamos. La bisabuela nos había alertado muchas veces acerca de un tesoro escondido en aquel caserón, pero era tan anciana, que en su mente, cualquier cuento pasaba a ser una realidad palpable.
Algún tesoro de ladrillos y adobe, quizá una piedra de dudosa magia que, puesta al sol, desplegaría poderes extraordinarios, un gato verde, una estrella caída, ¡quien sabe!
Y los chiquillos trasteábamos cada uno de los cuartos medio derruidos por las reformas en la casa, casi seguros de tropezarnos con algo extraordinario.
Una mezcla negruzca se adueñaba de los zapatos delatores, cómplices novatos de la aventura.
Nada.
No más tesoros que una reprimenda por revolverlo todo y trasladar de los escombros a la ropa, una gama importante de tonos “tierra”.
Unos días después tiraron el muro que separaba dos estancias sin luz y en una de las columnas quedó al descubierto una especie de alacena.
Nadie le dio la menor importancia. Un trozo de papel de color indefinido fue arrastrado con el resto de los escombros.
Esta vez no llamé a los otros. Me guardé el tesoro para mí solito.
Y en la noche, con la luz de la linterna bajo la manta, vería con desencanto lo que se guardaba en los dobleces gastados del papel.
¡Tamaña tontería! –pensé- mientras tocaba lo que parecían semillas. Exactamente, once, y una frase escrita con tinta azul (como en las películas) que decía: “Seis pares de costillas” también una tontería, -me dije-.
Y me quedé dormido con las manos y las ilusiones vacías.
Pasó el tiempo... no sé si cambiaron más los muros, o yo.
Se fueron amontonando los años en rincones de escombros difíciles de tirar. Del niño que buscaba tesoros solo quedaba la sonrisa, y de la casa, intacto el patio.
Mirándolo, recordé las semillas y cómo las enterré en el estiércol, cómo regué y protegí los primeros brotes y cómo se extendió silente por la pared, hasta mi cuarto.
Mi madre me dijo el nombre de la planta que ahora trepaba cubriendo la cal con un verde hiriente.
“La costilla de Adán”, era la dueña y vivía desafiante al abandono.
Ahora seríamos dos.
Dejo las maletas en el territorio dónde el polvo y las telarañas se habían exiliado. Me miro en los espejos oscuros del corredor que multiplican la distancia hacia mi habitación. Allí aún huele a sueños de chiquillo.
Muchas emociones, tantas, como años de ausencia.
No puedo dormir.
Quizás me falta el aire.
Desde la ventana, ahora que es de noche, veo cómo se alza fantasmagórica con sus enormes hojas caladas y esas raíces grisáceas enroscándose como serpientes al pretil.
Siento que desde cada agujero me observan, me sentencian robándome el oxigeno.
Empiezo a comprender el misterio entre lo escrito en el papel amarillento del tesoro y el nombre de la planta. Pero algo no acababa de encajar.
Once semillas...
Cada vez tengo mas dificultad al respirar.
La ventana entreabierta me muestra un muro compacto de exuberante y mortal naturaleza.
Tengo miedo.
Cada vez menos aire.
Cada vez más raíces inundando el cuarto.
Apretando.
Más. Más. Más.
Ahogando.
Esta angustia me trastorna. Siento como un pulmón verde me engulle, y en la lucidez inmediata que precede a la muerte, repito:
-Seis pares de costillas-
-Once semillas-
-La costilla de Adán-
Ahora entiendo… Yo tengo la costilla que le falta.
¡Voy a morir!