viernes, 23 de abril de 2010

Des-terrados II




Honorato pulula por su mundo ciego como polilla, mientras Filomena le guía dejando tras de si, tiras de piel como un rastro de añeja muerte.
La puerta chirría por última vez en los oídos y sin mirar atrás se alejan del cementerio.
Conserva Filomena su sombrero de fieltro intacto, sombra de la vida vieja, sin embargo, perdió los dientes en la primera batalla.
Mal día para elegir destino, mal camino donde desparramar los huesos.

-Venga, Honorato, sujétate esa risa desencajada y disimula, que no se note el destierro, que muerdan la envidia mas de cuatro detrás de la tapia. Tu no te gires, que luego me cuesta a mi la misma vida colocarte los omóplatos.
-Tres lustros Filomena y parece que fue ayer. A falta de calendario tallamos en los cipreses cada apagón de luna, cada estertor hasta que la ceniza nos arrasó la mirada.
-¿Que mirada Honorato?. Si tienes el ojo izquierdo guardado en el bolsillo de la gabardina.
-Lo guardaba Filomena, lo guardaba, hasta hace un par de días en que los perros me cegaron por completo y se lo comieron sin mas miramientos.
-¡Por Dios Honorato, y lo dices ahora cuando ya no tenemos material de recambio!
-Total, para lo que hay que ver… ¿no me dijiste eso cuando me lo arrancaste de un mordisco?
-No seas rencoroso Honorato… me lo pusiste fácil cuando llegó la del nicho 436 y tus ojos respondieron al contoneo saliéndose de las órbitas.
-Es lo que tiene ser tan machote.

sábado, 17 de abril de 2010

Rencor




Arrastro, trenzada a las tripas
la parte más pesada del universo.
El rencor.
Que trasiego sin orden,
que deambular buscándonos
para despedazarnos la vida.
Ni una de mis células me reconoce,
que de tanto ser de ti, me olvidé.
El dolor desmenuzado en el tiempo,
ni tan mío, ni tan tuyo,
no nos dejará encontrarnos
ni tan siquiera en la llanura de estos versos.

viernes, 9 de abril de 2010

Sábados literarios de Mercedes (Diálogo entre zombies)



Des-terrados


-Te dije que no era buena idea Honorato, que igual no encajaban en tu mano los metacarpos del pianista que enterraron dos tumbas más abajo, ¡pero te empeñaste!
Tú y tus aires bohemios de emparentar con la farándula.
-Mira Filomena, los perros del sepulturero están bien alimentados, les chorrea la muerte entre los dientes y vomitan las alhajas siempre bajo el mismo ciprés.
-¡Que asco Honorato, no me cambies de conversación!
A lo bestia, en caliente, no se puede, ¡te lo dije!
-Ellos habitan el día, nosotros la noche. Será para que no se nos cuele el sol por las cuencas de los ojos y se nos sequen las ganas de vivir.
-Pobre Honorato, acércate, deja que te sacuda las telarañas, siéntate aquí donde dice “Propiedad” y déjame que te cuente los dedos.
Quince, Honorato, quince. Una excentricidad que nos va a costar el destierro.
(El muñón desencajado del pianista interpreta malamente “la Patética” de Beethoven)
-¿Oyes Honorato?
¡¡ Honorato!!
No vale hacerse el vivo.
Recoge tus gusanos. Nos echan del cementerio.

lunes, 5 de abril de 2010

Duelo




El agua hierve a borbotones consumiéndose y el ruido de todas las cosas me aterra, pero no tengo aliento para apagar el fuego.
Tengo la mirada fija en la ventana, se distorsionan el pretil y el sol juntándose en un mismo horizonte raro.
Alargar la mano y parar el aire sería conveniente, mas no llego a cerrar el frío ni a borrar el color impreciso de la tarde.
Un mundo me separa de cualquier sitio y la prisa no es suficiente para escapar a alguna parte.
Boca abajo los relojes mientras me busco.
A dos pasos del día de mañana se encuentran mis fuerzas.
Creo que el ángel de la guarda ha muerto a los pies de mi cama.

sábado, 3 de abril de 2010

Viernes Santo



Ya tiemblan los cirios.
Laberinto de calles aguardan como centinelas
el paso desnudo de los penitentes,
como un rosario de luz callado.
Una azulada vereda se abre a su paso,
y ante El se inclina.
Atardecer de lirios,
Llanto en el aire,
el llamador al borde mismo de su agonía.
Se oye una voz en quebrado rezo
que toca su corazón dolorido,
haciendo su penar menos hondo.
Silencio de saeta,
que solo rompe el crujir del madero.
¡Que Pongan luto al azahar,
que el Hijo Dios viene a morir a Sevilla!