miércoles, 26 de enero de 2011

Relato de jueves: "Imagen disparadora de musas"



Tengo que hilvanar cada detalle, vestir al invierno con retales de fiesta y creerme que el gris instalado tras la ventana es sólo el capricho excéntrico de un artista, que mañana, resquebrajada la pintura, lucirán los anaranjados que anteceden a la felicidad.
Angustioso ajetreo tiene la calle, historias sin rostro se esconden en los portales mientras el hormiguero discurre patético sin saber a ciencia cierta a dónde va.
No entiendo el susurro de la soledad poblada.
Ni el viento. No ha venido ni el viento a bailar las banderolas.

domingo, 23 de enero de 2011

La cinta métrica






En mi bolso, desde hace unos días hay un objeto que se hace indispensable.
Desentona con el resto de cachivaches, usuarios perpétuos como el perfume, el carmín, el espejo, la agenda, el tarjetero, las llaves, el móvil, las gafas o el tabaco. Pero salir de casa sin ella es como salir sin bragas.
Cual sierpe hibernando en la caja de herramientas, pasó a ser la princesa despierta por culpa de un decreto.
No, no es para medir el tiempo, ni la cola del autobús, ni la distancia entre dos amantes.
Jueza de pleitos callejeros, se desenrosca descarada para darse a la ley.
Mi cinta métrica es sólo para saber a qué distancia estoy de no delinquir cuando me encuentre en un espacio abierto sin temor a que me agredan los valedores de las buenas costumbres.
Vivo, afortunadamente, creo yo, en un espacio bien dotado de las mejores infraestructuras, todo a dos pasos: hospital, maternidad, colegios, parques, guarderías, estaciones, tanatorio... y todo gracias a mi pequeña aportación de impuestos como ciudadana de bien.
Pues bien, bien, bien ¡que me tienen fichada por suicidarme poco a poco con la nicotina!
Al parecer no vale morirse de placeres efímeros, eso no es rentable para el gobierno.
Estoy pensando en apuntarme a borrachos anónimos que no está penado y aunque drogata, al fin y al cabo, bamboleante por la acera, podre recostarme en la puerta misma de un hospital sin que mi asqueroso vicio contamine, podre transitar los parques sonriendo bobalicona a los peques de los columpios aunque apeste a ginebra.
Sopesar que sale mas caro, si un trinki de aguardiente o una multa por encender un pitillo en la parada del 14. No sé, no sé.
Relío redondita mi cinta métrica, ¡que lío! a cien metros de no se dónde, a cincuenta de no se de quienes, a otros cien de ninguna parte uffffff, que gasto inútil de kilometraje.
Al guardarla, tropiezo con la barra de labios, me pinto de morado la sonrisa, observo mas acentuadas las rayitas que bordean mis labios, el código de barras, que dicen los entendidos. Al final va a resultar verdad eso de que el tabaco envejece.
¡Vieja! No me había dado cuenta, creo que ya soy lo suficientemente vieja como para entrar en un asilo y alli si, alli se puede fumarrrrrrrrr.
Es por mi bien, ya lo se, me dicen los de la liga “anti cosas”.
¡Que bien huelen las flores, que armonía de sonidos sin las tos molesta de los apestados en los cafés, que delicia el tintineo de las cucharillas en las tazas, que blandito y rosado un pulmón sin alquitrán!
Llego a mi casa, cuento los ceniceros y las colillas. Cadena perpétua por lo menos.
Enciendo un cigarrillo. Placentera idiotez mis circulitos de humo.
Sonrio a salvo.
Miro por la ventana... El mundo sin fumadores es igual de jodido.
Me está matando el reúma.
Corramos un estúpido velo.

jueves, 20 de enero de 2011

Antidepresivo



Por aquello de que ir de compras aleja la depresión, mi hermana y yo nos fuimos de tiendas.
Esta vez nos alejamos del barrio, nos permitimos el desliz de irnos a la zona "rica" de la ciudad, a esos sitios dónde te cobran solo por mirar los escaparates.
Tuvimos el trevimiento de no ir adecuadamente vestidas, el atrevimiento de entrar a una de aquellas boutiques a curiosear... Se debia notar mucho que no eramos de la "jet" a juzgar por como nos miraba la dependienta. ¡Que digo mirar, nos estaba fulminando!
Pinta de delincuentes no tenemos, os lo aseguro, pero nos hizo sentir como si fuesemos dos elefantes de lunares rosa (que glamourrrr)
En una de aquellas idas y venidas por la estanterias mirando las prendas, se me ocurre preguntar el precio de un vestido. La chica, con el mas absoluto desprecio nos dijo: "Es caro, es que es de firma"
Por no ponerme a su altura, eche mano del sentido del humor y le contesté: "Aaaahhhhh, ¿y yo pa que quiero un vestido firmao, si no se ni leer?
En fin....pobrecilla, no sabia donde meterse y mi hermana y yo llenamos de carcajadas las calles pijas.

miércoles, 12 de enero de 2011

Relato de Jueves "Historias calentitas"



A sólo cien metros se encienden las lucecitas rojas de la Casa Turquesa.
Esta noche, como otras, la escarcha talla caprichosas figuras en los cristales.
En la acera de enfrente, entre cartones, emulo el parpadeo del neón y me desnudo lentamente detrás del humo de un cigarro.
El infortunio podría ser el nombre de un grupo de jazz de moda. Pero no.
El infortunio es sólo la música de los desheredados.
Danzan mis dedos hasta transformarse en un gesto pedigüeño.
Tiemblo de verguenza.
El borracho de los miércoles deja un billete arrugado en mi bolsillo.
Aquí no paga impuestos por cada caricia.
Me babosea, me toca, me posee, me usa, me hunde, me humilla, me olvida...
En la Casa Turquesa, las putas no pasan frío.

miércoles, 5 de enero de 2011

Regalos




Lléname los zapatos de pasos hacia ti,
guárdame del espejo ingrato de los charcos.
dibújame besos al trasluz de tu magia,
endúlzame los sinsabores del tiempo,
siémbrame de certezas los sueños,
susúrrame al oído, que vienes para quedarte,
tráeme las sobras de tu dicha,
que, de verdad, no me importa...
Ser la otra.

lunes, 3 de enero de 2011



Arbol hueco,
almáciga de gusanos.
Nunca la lluvia preñará sus brotes,
Y yo tendré que buscar la sombra en jardín ajeno.