jueves, 10 de marzo de 2011

Un relato para el jueves "Ella"


Ella

A mi hija le da miedo entrar en la sala cuando ya la tarde deja sombras en las ventanas. Ella está ahí, en la foto sepia.
A mi bisabuela María nadie la enseñó a sonreír. Majestuosa, apoyada en la silla de madera negruzca, el pelo tirante recogido en un moño, festivos zarcillos oscuros como el resto del atuendo. Triste, taciturna, seria, la sigue con la mirada.
Parió dos hijas y éstas a su vez, otras dos cada una.
Mi abuela llevó en su ajuar la fotografía de la matriarca, herencia obligada por ser la mayor. Sobre el cabecero de la cama se alzaba mayestática su presencia, vigilándolo todo.
Cuando mi madre, la primogénita, se casó, pasó a ser la dueña del retrato y éste presidió el comedor. Nunca llegué a acostumbrarme al regusto amargo que dejaba su presencia en las sobremesas.
Yo comía poco y me crié endeble como un junco, aún así fui capaz de perpetuar la especie dando vida a otras dos mujeres según costumbre en la rama familiar.
No pude negarme, cuando llegado el momento, debí recoger el testigo y dar un lugar preferente en la sala a la dama sin sonrisa que dirigía nuestro destino.
Mi hija será la siguiente en disfrutar la herencia si es que yo me empeño en morirme, pero me voy a resistir para liberarla de la carga…
He oído que mi nieta le decía a su madre: -La abuela chochea, ha llenado la sala de mariposas descoloridas-
Están hambrientas. He calculado lo que tardarán las polillas en engullir el luto y el rictus de la bisabuela María. Exactamente las horas que faltan para que amanezca.
Mañana todos seremos unos felices pobres desheredados, sin paredes dónde clavar alcayatas para colgar miedos.

domingo, 6 de marzo de 2011

Diario




Se ajusta a los renglones de la libreta.
Junta tanto las palabras que a veces no dicen.
Escribe para sí y borra la historia que hay más allá de ayer.
Pero por más que lo intenta, no pasa página.
La tinta atraviesa los días que son tan iguales,
los ensarta de gris en gris,
y duelen tanto
como el collar prestado de los domingos.

martes, 1 de marzo de 2011



No me esperes esta noche.
Echa la llave dos veces,
Apaga la candileja,
Cierra los visillos del todo,
deja la azalea al relente.
No me esperes ni despierto ni dormido,
No calientes mi lado de la cama,
Llegaré tarde… y cuando digo tarde,
Puede que sea nunca.