miércoles, 26 de septiembre de 2012

MIRADA RETROSPECTIVA, este jueves, relato.




Un día como otro cualquiera, atardecer, otoño. El respirador escribe garabatos en el silencio de la habitación.
Un día como otro cualquiera desde hace un año, ni un atisbo de sonrisa, ni una mueca, ni una lucecita en los ojos, ni una esperanza de despertar.
Tic-tac. tic-tac, tic-tac...
A veces rompe el paisaje el humo de un cigarro, (ese morirse queriendo) y desde el humo-quimera, regresa a la última mañana de ser felices.
En el espejo del baño había dibujado un corazón con el carmín rojo, puso sales y azahar en el agua, encendió velas de cera virgen, la espuma envolvió  su desnudez para regalo, sonaba una música griega...
Se recorrieron perdidos el uno en el otro, se amaron como si fuera la última vez.
El agua resbalaba por su espalda hasta sus pies descalzos, se giró para alcanzar las copas con que brindar por el  aniversario.
El azogue se hizo trizas bajo su cuerpo, al caer se golpeó la nuca.
Quedó inmóvil hasta hoy.
Hoy, un día como otro cualquiera, atardecer, otoño.
Tic-tac, tic-tac, tic-tac...

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Relato de jueves: "La Ley del Talión"




A lo mejor es que tengo el corazón muy duro, o a lo peor, es que ni siquiera lo tengo.
Dotar de nombre y apellidos a una alimaña, es darle demasiado.
Si yo tuviera poder de parar el aire que respira, de racionar una gota de agua por día para calmar su sed, de tender sus miserias al sol ensartado en un palo en medio del patio de la cárcel, ir requemando cada centímetro de su cuerpo y arrancarle despacio las tiras de piel, que una marabunta de hormigas vaciara las cuencas de sus ojos para que jamás viera la luz…
…Tertulia de viejos en la plaza, así hablaban.
Yo firmo.
A lo mejor es que tengo el corazón muy duro, o a lo peor, es que ni siquiera lo tengo.
Hay una mala bestia que no merece tantas horas en los telediarios.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Relato de jueves: "Relaciones"





Desde el mismo instante en que te vi sentí que mis alas no servirían más que para taparme cuando el frío de la mentira os dejara desnudos.
Prepara una comida especial, -me dijo- hoy he invitado a cenar a un amigo del gimnasio.
Me arreglé para causar buena impresión, puse flores en los jarrones, vestí mi mesa y vuestros estómagos con las mejores galas, buena charla, música y copas…
¿A que es encantador? –decía a cada ingenio tuyo, mi marido-
Y más copas y más risas, y más confidencias hasta la madrugada cuando el alcohol se convirtió en el precipicio de la cordura.
Borrachos y desinhibidos, comenzasteis a tocaros los musculitos por encima de la camisa, abrazos de compañeros, -pensé- os derretíais con los ojos, se os escapaba el deseo por la comisura de los labios.
¿No estás cansada? Acuéstate si quieres querida, ya atiendo yo a Manuel…
Se apagó la luz, cayó mi venda.